martes, 14 de agosto de 2012

!!NO LE DES NI UN DÍA DE TÚ VIDA!!


Casi todos los días desde hace años y, llegada la hora, hace subir a sus hijos de siete y nueve años, a la habitación de arriba.
Así cree, que ellos, no sufren ni escuchan, lo que su padre hace como una rutina, por cualquier escusa.
Ella, esta convencida que todo es por culpa suya, pues su marido en la calle, es de lo más querido, al igual que en su empresa, donde todo es alegría, y respetado por todos.
Ya no recuerda las palizas que lleva, sí, como empezaron, con una simple bofetada. Luego lo vio tan arrepentido, con lágrimas en los ojos, jurándole una y mil veces, que jamás su mano la causaría más daño.
Luego vinieron otras con cualquier escusa, que si la cena fría, que ya no se pintaba como cuando eran novios, que si los niños lloraban, que era frígida en la cama; después de cada paliza siempre la mismas palabras, siempre las mismas lágrimas, como un niño pequeño.
Cuando se da la vuelta ve a sus hijos detrás de ella; crees que nos engañas? Bien sabemos lo que pasa! Y hoy será el último día y, su última paliza.
Ni eres mala mujer ni tienes culpa de nada. Dinos cuando nos arropo, o se preocupo, si estábamos enfermos? ¡Nunca es la respuesta! Siempre fuiste tú la que paso noches en vela, la que nos arropa en la cama, la que nos lees lo cuentos, con todo el amor del mundo. Por mucho que nos digas, que se le debe un respeto, le debemos el mismo, que el que siente él hacia tú persona ¡Ninguno es la respuesta!
Aquellas palabras le quitaron la venda, que durante tanto tiempo, no le dejaban ver la realidad, de la mala vida que llevaba, ya no solo ella, si no sus hijos, que era lo que más quería, por lo cual no podía seguir así, viviendo una mentira.
Llegada la hora se puso muy guapa, porque aún lo era. Preparo a sus hijos como si fuera fiesta, por mucho tiempo se sintió mujer, y no la fulana de aquel tirano con dos caras, la de ir por casa y la de fuera.  
Cuando se abrió la puerta y, por primera vez en muchos años, no sintió miedo, todo lo contrario, estaba llena de fuerza.
No le dejo ni abrir la boca, ni él tuvo tiempo de hacerlo siquiera, al ver los ojos de sus hijos y esposa, ni salió palabra alguna de su garganta. Toma las maletas y sal de esta casa, y no me pidas perdón, ni saques tus lágrimas, esas que finges después de cada paliza.
Fueron sus hijos la que le dieron la fuerza, fueron sus hijos los que le devolvieron la autoestima, fueron sus hijos la que le devolvieron, la vida perdida.  

1 comentario:

  1. Nunca dejes de escribir, xq tus escritos reflejan la vida misma de este mundo en que vivimos

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