Solo con acariciar sus manos trasmite toda su energía positiva, la capacidad de ver la vida de otra manera, quizás por todo lo vivido, a lo largo de su vida.
Su mente es clara, pese a sus canas, y los surcos, qué el paso del tiempo marco en su cara.
Doy fe, de que está en la residencia, porque le da la gana, pues sus hijos, hijas yernos, así como sus nietos, la querían en casa. No pasa día que alguien no la visite, como tampoco hay fin de semana, que no se la lleven con ellos.
Es tal su inteligencia que no quiere ser una carga, pues ella es feliz, con la gente de su edad y, como dice con gracia, en la antesala del último viaje, pues ya vivió bastante.
Es mujer fuerte y de gran corazón, solo con verte sabe que algo te pasa, es tozuda, hasta que no te lo saca no para; habla poco sobre su vida, porque según ella, eso, es cosa de viejas.
Sé que su marido murió, cuándo sus hijos eran pequeños, ella sola saco adelante a todos ellos, no quiso otro hombre en su vida, pues el amor solo se da, una vez en la vida.
Es todo un honor conocerla y, contar con su amistad todo un lujo. La verdad, es qué supo dar a sus hijos, toda la grandeza, educación, el saber estar y, como ir por la vida.
Al despedirme siempre me da unos besos en las mejillas, y con su gracia y salero dice: si tuviera unos años menos, no te escapabas de mis garras, que son muchos años sin pelar la pava.- Se ríe con gana mientras ve que me sonrojo, y dice, cuando el humor me falte, será porque no me quedara vida; porque todo se va perdiendo por los años, pero una sonrisa, y ver la vida con alegría, eso, que nadie te lo arrebate, esa es la fuerza que a uno queda, para ser feliz hasta el final de sus días.
