Lo dejaron en un hospital por irse de vacaciones, ya no volvieron más, allí quedo esperando, pues nunca llego a pensar, tal cosa de sus hijos.
Por mucho que le buscaron nunca dieron con ellos, y si lo hicieron, negaron conocerlo.
Se pasa todos los días, a la puerta de la residencia donde fuere acogido, no le convence nadie de lo que le hicieron sus hijos, él espera cada día, a que pasen a recogerlo.
No cabe en su cabeza, qué aquellos por los que dio la vida, le dejen como a un perro, sin remordimiento alguno, como si no existiera.
Cinco años pasaron desde aquel día, pues bien lleva contados los minutos, las horas, meses y años, para los que no tiene nombre.
Conserva en su cartera una vieja foto de toda su familia, y se le caen las lágrimas, pensando todo lo que dio por ellos y, lo mucho qué les quería. Su nacimiento, su bautizo, el primer beso, la primera comunión y el casamiento de cada uno, y como no, su primer nieto.
Cuando mira la foto de su esposa, le dice lo que le pasa; si estuvieras aquí, les dirías a estos desconocidos, que lo que me cuentan es mentira, porque nuestros hijos nunca harían eso ¿Verdad esposa mía? Diles tú donde estés amor mío, lo mucho que peleamos para sacarlos adelante, cuantas noches no cenamos para pagar sus carreras. Te acuerdas amada mía cuando se licenciaron y, sus primeras palabras que de sus bocas salieran. Jamás os podernos pagar, por muchos años que nos de la vida, todo lo que habéis sufrido por nosotros vuestros hijos. Pero en hoy en adelante, nada os faltara en vuestro día a día, ni consentiremos nunca dejaros solos en la vida.
Diles tú porque a mí no me escuchan, que ellos, no harían nunca los que sale de sus bocas; dicen que me abandonaron en un mes de julio, en un hospital cualquiera.