comparto mi lecho con ella.
Espero hasta mí muerte
con ella, compartirlo.
Ella, no necesita qué le diga
cuanto la quiero con palabras
más bien con hechos.
Las palabras son aire
qué no dejan huella
lo qué uno siente, no se pregona
pero si llega, a persona amada.
Los hechos perduran
más allá de la muerte
son como monumentos
qué sobreviven por los tiempos.
Al igual qué el amor puro y sincero
no necesita palabras
qué lleva el viento.
Al amanecer seré feliz
estando ella, en mí lecho
solo con mirarnos sabremos
cuanto nos queremos.