lunes, 3 de octubre de 2011

!QUIZÁS LLEGUE EL DÍA!

Te acuerdas cariño mío
tú promesa
junto a la vieja ermita?
De dónde se ve
el  hermoso arroyo verde
siendo su agua clara
casi bendita.
Allí juraste
por lo más sagrado
qué yo sería el único hombre
con quien compartirías vida.

Con los años pasados
aún recuerdo tú promesa
hecha junto a la ermita.
Por desgracia
el arroyo se seco
cómo la promesa tuya.

Hoy te vi por la calle
de lo qué eras nada queda
tú cabello negro y bello
hoy es blanco
como nieve espesa.
De tus ojos verdes llenos de alegría
se volvieron negros y tristes
quizás por la pena
de la ausencia mía.

Cuándo levantaste cara
para ver la mía
solo vi en ella
el rostro de la amargura.
Qué no pueden esconder
los años de penas
qué vas arrastrando
desde qué rompiste promesa.

Ni siquiera hablamos
ni falta qué hacia
se adivinaba todo
sin palabra alguna.

Cuándo mire tú cara
me pareció ver
cómo una triste sonrisa
qué me trajo el recuerdo
de la vieja ermita
recordando la promesa
hecha aquel día.

Ni tuya es la culpa
tampoco la mía
el qué une las vidas
es, el destino.

Quizás algún día
volvamos juntos
a la vieja ermita.
Y, el arroyo fluya agua clara
como agua bendita
como si el tiempo
no hubiese pasado
amada mía.



" MÁS CUERDO QUÉ NUNCA"

Son la seis de la mañana
de un día cualquiera.
Sólo es un cobarde más
qué se quita la vida.

Nadie le obligo
pero todos le empujaron.
Andaba solo dando vueltas
hasta llegado el día
qué tuvo el suficiente valor
para hacer lo qué no quería.
Empujado por nadie
y, todos a una.

Mientras nota el frío hierro
sobre su caliente cuello.
Su último pensamiento
qué le vino en la espera
es qué sí fuese al infierno
no será peor
qué la puta vida qué deja.

No le empujo nadie
pero cien manos invisibles
le ayudaron a ello.
Él no culpa a nadie
asume todo la culpa.

Todo cuanto había querido
hace tiempo qué partiera
lo qué le queda ahora
no vale la pena vivirlo.
Lo único qué le importaba
y, por único qué hubiese vivido
le fué arrancado de su vera.

La gente comentarían
y, solo por unos días
qué fuere un momento de locura.
Pero lo qué nadie sabrá jamás
qué estaba, más cuerdo qué nunca.

Son la seis de la mañana
en una vía cualquiera.
Sólo es un cobarde más
qué se quita la vida.