Mal se levanta el retor con dolores de barriga, y ruidos en su interior, una barriga que es la ostia, que no le deja acachar para verse la pilila.
Aún cuando eructa, el chorizo, el tocino y morcilla puede masticar; pues hasta la boca le llega los tres platos de fabada, que se hecho al buche el muy animal, lo acompaño con tres cuartos de vino para remojar.
Son las cinco y media de la mañana, el sol ni salió, hace un frío de huevos, pero, las inquietas beatas ya empiezan a dar por el culo; por maridos no aguantar, se levantan bien temprano, antes que estos despierten y les quieran hurgar, pues no les apetece, desayunar pardal.
Cuando a la sacristía llega el monaguillo, que solo lleva calientes los dientes y el paladar. Se encuentra el panorama, no sabe si reír o llorar, viendo al retor sudando como un animal, intentando atarse los zapatos que la tripa le impide llegar. Esté se pone ayudar pues la misa va empezar, y el retor de los cojones, aún sin vestir está.
Se levantan las beatas al salir el retor, mientras se entretenían criticando sin parar. La hija de la vecina, que toda la noche tiene que pelar la pava, en la puerta del portal.
La muy descarada cuando le llaman la atención, con aquello en la mano les pregunta a las vecinas ¿Les apetece a ustedes? ¡Pues no lo cataran! Que el nabo que tiene esté solo una lo catara, pero no serán ustedes que ni se acuerdan ya, de cómo sabe, este vegetal.
Mas cuando terminan con esta, aún les queda a quien criticar, que si fulana, que si mengana; qué conste que no critican de algo tienen que hablar mientras empieza la misa ¡Que por cierto hoy tarda más, algo le pasa al cura!
El retor con retorcijones va apretando los muslos, para poder aguantar los apretones del culo, que ya no aguanta más. Mientras para sus adentros maldice sin parar ¡Cojones con la fabada, la fabada del pardal!
Ya estando a media misa, el retor levanta el copón, mientras el monaguillo por detrás, levanta la casulla como es tradición. De pronto escucha como un trueno, el rayo viene detrás, no habrá caído lejos, comenta el monaguillo, pues el olor muy cerca está, que hasta las beatas se han puesto el velo como si fueran a robar.
Hasta la campanilla pierde el monaguillo, pegándose con las beatas para salir a la calle, y poder respirar un poco de aire puro, pues el que hay dentro no se puede aguantar. ¡Esto no es un rayo, es mierda natural! Por muy santo que sea el culo, la mierda sabe igual. Que la aguante el gorrino que se la acaba de echar. Mientras le gritan al cura ¡Come pienso so cochino, pero pienso de animal!