Cuando te falten las fuerzas y tus piernas no respondan, aquí tienes las mías como si fueran tuyas.
Háblame de tus vivencias las veces que tú quieras, que aunque las repitas, para mi serán como nuevas.
Si por tú edad, partieron los que querías, aquí estoy yo, para compensar su partida.
Seré el que tú quieras, el hijo que te olvido, los nietos que no te visitan, el compañero que se fue, porque así lo quiso la vida.
No te quiero ver llorar, bastante lo hiciste en tus años, por todos los que te dañaron, mírame a la cara y te contagiare mi risa, porque al reír eres aún más bella, y tienes cara de niña.
No ves, que al estar contigo me olvido de mis penas, nada tienes que agradecer, pues tú me llenas de alegrías.
No me importan tus años, ni que tus manos tiemblen, aquí tienes la mías para lo que necesites.
No te consiento que digas que eres un estorbo, porque tus reflejos sean torpes, también fueron los de tus hijos cuando los pariste, y fueron tus brazos llenos de amor y cariño, los que le hicieron andar firmes.
Si ahora te olvidaron porque estas mayor, por ello, no desees la muerte, piensa, que son ellos los que pierden, lo mucho de amor que tú podías darles, los años que te queden.
No me des las gracias por venir cada día, el beso que tú me das en cada despedida, es el beso tan bello, como mi madre diera.