Quizás cuando leas esto serás ya una mujer, y yo, no estaré en vida, pero allí donde esté, te seguiré queriendo y cuidando por todo la eternidad, lo que en vida no me dejaron, niña mía.
Lo que te diga de mi esa, que es tú madre, sé que ya sabrás como es su vida, un mundo de fantasía y lleno de rencor, envida y mentiras. También sé, que en solo cuando contabas veinte y tres meses, qué fue cuando te arrebato de nuestras vidas, te habrá pegado mucho más, que yo, es su triste vida.
Que sintiera odio hacia mí sin comprenderlo, no me duela tanto, como el daño que hizo, a tú abuela su madre. Que bien la supo buscar cuando nadie la recibía, viniendo preñadas de ti, para que ella la cuidase, y bien que fue cuidada, por tú abuela, abuelo y su hermano, al que por ser deficiente, odiaba con toda el alma, desde que naciere, cuando ella tuvo en la vida, mucho más que ese inocente, que te quiso con locura, querida niña mía.
Nada le falto a ella y menos a ti vida mía, recibió todo el amor y cariño, que nunca jamás mereciera. Cundo vio que tú crecías, y como cosa normal querías a tus abuelos, como ella quiso a la suya, la que tú no conociste, por que ya no estaba en la vida. Volvieron sus mentiras y fantasías y, sin saber porque, negó que ejerciera como abuela, incluso con todo descaro le negó la entrada a su casa; y si por la calle te veía, y tú con todo cariño e inocencia, te querías a cercar a ella, a tirones te apartaba, como si su madre tú abuela, fuera una desconocida, o tuviere enfermedad contagiosa.
Cuantas veces la consolé porque la carcomía su amargura, y ella no quería llorar, por ver lo que yo sufriera; de cuando dolor lleno, esa mala hija a nuestras vidas, desde los diez y nueve años, sin motivo ni causa alguna, que se fuere de casa.
Nos llamo de todo, que no quiero ni mencionar, porque no vale la pena. Pero la gente nos conocía y, nunca creyeron sus mentiras. Años de dolor y amarguras y de insultos y mentiras, pero cuando naciste niña mía, todo se lo perdonamos, no por que lo mereciera, simplemente, porque los padres siempre perdonan.
Pero ahora que nos robo, único bueno que nos dio en toda su puta vida, te decimos de corazón niña mía, que siempre estuvimos con la puerta abierta, para todo lo que tú necesitaras; pero ella te robo una parte de tú vida, que nunca recuperaras, por su mente perversa y, por celos a tus abuelos y, su hermano tú tío, que por ti se desvivía.
Ahora su madre tú abuela, no la perdonara jamás en lo que le quede de vida; por lo mucho que sufrió, y viendo que mis últimas palabras, fueron para ti mi niña. Porque los dos nos quisimos durante toda la vida, desde que éramos niños hasta mi partida, y ella tu madre, solo no hizo sufrir en la vida.