Entre dos montañas baja riachuelo con agua limpia y clara
guiado esté, dos márgenes verdes.
se lava la cara hermosa lozana.
En el márgen izquierdo siempre a la misma hora
el pastor la mira sin mediar palabra.
Han ido creciendo junto al riachuelo
ella, al margen derecho él, en el izquierdo.
Siempre a la misma hora quedándose quietos
cruzando mirada sin pensar en el tiempo
cómo sí esté no existiere, o se parase, en cada encuentro.
Los dos saben muy bien, a qué parte del riachuelo pertenecen.
Él no posee nada material qué ofrecerle
lo único qué tiene es amor y dulzura
para entregar a su lozana amada.
Qué desde hace años, espera cada mañana
en la parte derecha del riachuelo.
Los padres dé ella, posesiones y fortuna
por eso se oponen, a esté amor limpio y puro
cómo el agua clara del riachuelo.
Cuándo una mañana dese cuenta
qué el riachuelo baja bravío
rompiendo los márgenes qué les separan
sin respetar barreras por años creadas.
Dé pronto, volvió a la calma
y, en sus aguas claras, refrejando en ellas
los besos de amantes
sin margen alguno qué separase.
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