Hay qué tener el corazón de hierro
y, muertos los sentimientos.
Para en un día como hoy
en fecha tan señalada
qué no reciba de ti
ni siquiera una llamada.
La qué te llevo
nueve meses en sus entrañas
la qué te dio la vida
la qué se quito de su boca
para qué a ti nada faltara.
La qué cuando vienes
te abre el corazón
cómo sí nada pasara.
La qué nunca te cerro puerta
qué el primer plato servido
es siempre para su niña.
La qué nada te reprocha
la qué siempre tiene una sonrisa
para quien te acompaña
la qué saca sus uñas
para defender a hija.
A mí no me cuentes historias
qué bien te tengo calada
igual qué sabes
qué tú sonrisa no me engaña.
Sí ante tu madre pongo buena cara
no creas qué es por ti
recuerda qué ella es mí amada
y, sí su corazón sufre
el mío se desgarra.
Al igual qué a tú hermano
qué delante lo besas
y, por detrás lo apuñalas.
Aunque es un inocente
no creas qué le engañas.
Acuérdate qué el camino
que tú vas pisando ahora
no tiene vuelta atrás.
Vas a encontrar subidas
llanto y amarguras
a lo mejor cuándo quieras
no la tienes en la vida.
Saldrán los remordimientos
sí tienes conciencia
aunque dudo qué la tengas.
Pero nunca te podrás quitar
la amargura de la boca.
Y, menos cuando la qué
pariste te devuelva la moneda.
El que aquí escribe
nunca se olvido de la suya
estuvo a su lado
hasta el último día.
!Tú bien lo sabes!
Estabas en primera fila.
Por eso duermo tranquilo
y, en paz conmigo mismo
pues con los dos
el deber cumplido.
¿Y tú?
!Dormirás tranquila!
Muy dura pero real, no se de dnde sacas esto pero es como la vida. YR
ResponderEliminar