Hay cruces la de madera otras de hormigón que uno arrastra
en la vida, porque todos en la vida llevamos una cruz. La primera es de los privilegiados
que pasan las mínimas penurias, que no tienen enfermedad, ni problemas de
dinero, viven casi de espaldas a cruda realidad en su mundo sin girar la vista atrás,
ven a los marginados como una peste que buscaron esa vida, como si uno pudiera
elegir cuál es su destino al nacer. Solo se preocupan de que los suyos, ni siquiera piensan que todos somos personas concebidas y paridas de la misma manera,
la única diferencia que ellos nacieron en la abundancia, y los otros como ellos
llaman inferiores en familias sin recursos, solo esa es la diferencia solo esa
y nada más.XX
Pero de pronto un mal día la vida les da un revés, y es
cuando se dan cuenta que su dinero no les sirve para esta adversidad que les
pone al mismo nivel que a esa gente que hasta ahora les era indiferente, la que
despreciaban por no estar a su altura, es decir gente vulgar.
Su cruz se vuelve de hormigón y les pesa mucho más que a
la gente que desde que nace están acostumbrados a llevar. Viven en sus propias
carnes lo que hasta ahora solo era cosa de esas invisibles gentes que ni siquiera le miraban al pasar, e incluso evitaban contactar con ellos por los que dirán
los de su misma clase alta, o quizás debería decir hipócrita, de vida vacía y
vulgar.
Hoy comparten en la misma sala los goteros y tratamientos
para la dura enfermedad que no sabe de estatus social, ni es de ricos ni de pobres
solo es la parte más dura de la vida, de los que unos salen y otros se van.
Pierden todo el orgullo, toda su vanidad, incluso si se
salvan ya nunca jamás volverán a llevar la vida apartados de lo que llamaban
gente fracasada, que nacieren para ser sus esclavos, o en el mejor de los casos
criados pagados.
Les entran los miedos de no ver crecer a sus hijos o
nietos, los miedos de que la muerte le aceche, de lo que perdieran en su triste
vida por el siempre hecho de no mirar atrás, de que de nada les sirve el dinero
que no les costó de ganar, y que las mejores posesiones son el amor hacia los demás.
A nadie le deseo que su cruz sea de hormigón,
pero a mucha gente privilegiada que no esperen a que la vida se le quiebre para
ser humanos, y respetar a los que no nacieron en la abundancia, porque cuando
la vida termina todos nos pudrimos igual.
VRuescas / 15.06.2014.-