Ella, le coge las manos él sabe qué es su partida, ella retiene sus lágrimas, no quiere que la vea llorar, en esta despedida.
Pero por dentro la rabia le consume las entrañas, piensa que no hay justicia, que siempre se van los buenos. Con tanto desalmado que anda por la vida, tiene que partir su amor, que jamás hizo daño a nadie.
Recuerda la primera vez que se cruzara en su vida, el primer beso y la primera entrega, él la hizo mujer, le enseño los placeres desconocidos, que ella no conocía.
Mientras le besa la frente que se va quedando fría, le viene a su mente, que pronto pasaron los años, que cortó fue compartir, los días junto a su hombre.
Si fue un gran marido, más lo fue como padre, por mucho que trabajara, siempre tenía tiempo para jugar con sus hijos, para darles el amor, que él como hijo no tuvo.
Nunca una mala cara, incluso en momentos difíciles, con la sonrisa en su boca, como si nada pasara. Recuerdo cuando decía, lo que se paga con dinero, lo tengas o no lo tengas, carece de importancia, lo malo es cuando este no sirva, ahí sí que es mala cosa.
Cuanta razón tenía, ahora en este momento daría todo lo que tengo, para salvarle la vida; pues sin su compañía ya nada tendrá sentido, ni importancia los bienes vánales, que para nada sirven, como su querido le decía.
Él, le acaricia la cara con la poca fuerza que le queda, y aún fuerza una sonrisa, en su último suspiro, quiere despedirse al igual que la conociera, tocando su piel fina. Ella, le responde con un beso, para que quede en su boca, el sabor de la suya, para el resto de sus días.
(Para una gran escritora, Nóelia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario