Hay quien se le llama padre, porque así nos enseñaron, no porque merezcan es honor, por no ejercen como tales.
De él se espera, el cariño y respeto qué todo persona tiene, no qué se despreocupe y, además nos maltrate, de palabra y obra, y crecer viendo como no respeta, ni a tu madre.
Pero quizás toda la culpa no sea de estos, también lo es, de la que le consintió que la preñase, porque las malas personas, no se hacen ya nacen.
Pero después de la equivocación, de ver que no merecía esa palabra, ella aún consintió, qué por tres veces fuera padre.
Crecer de esta manera, entre insultos y palizas, hay quien lo hace más fuerte, otros no lo soportan. Ver como tu propia madre qué lleva las dos cargas, recibe como recompensa una paliza diaria; y sentir en tus carnes la ira de la bestia, no importa lo que hagas, él simplemente te odia, como se odia así mismo, sino no se comprende, como se puede ser, tan mala persona.
Tal como vas creciendo dentro de este infierno, solo esperas el día de escapar para siempre, de la torturada vida; pero lo que más te consume, es ver como tu madre, su esposa, por miedo aún lo defiende, y con el paso de los años, ya no respetas a ninguno, al primero por tirano, y la segunda por cobarde, por no defender a sus hijos, ni a ella como persona.
Llevo marcadas a fuego, las palabras que nos decías, cuando alguno de nosotros caíamos enfermos !Por mi os podéis morir! ese era tú consuelo. Y tú su esposa, nuestra madre, en vez de enfrentarte a él, nos pedías respeto, y le defendías con cualquier escusa. Incluso ahora, cuando que ya somos mayores y pedimos que le dejes, te niegas, aguantando sus palizas ¡La verdad no lo comprendo! Te ofrecemos nuestra casa lejos de ese infierno, no sé que escusa tienes ahora, la verdad no lo entiendo.
Ahora se queja, de que no ve a sus nietos, que sus hijos no le cuidan ¿Pero que hijos? ¡Esos que querías que murieran! Crees que porque te ves viejo, te debemos algún respeto, te debemos el mismo, que tuviste hacia nosotros ¡Ninguno!
Los hijos como personas, no pertenecemos a nadie, y el cariño y respeto, hay que ganárselo día a día, cosa que tú no supiste, ni como marido, ni padre.
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