Ayer asistí con vergüenza ajena, a la despedida de al que
fuere mi segunda madre, y la segunda abuela de mis hijos.
Solo vi en esa despedida unas lágrimas sinceras, la de
uno de sus dos hijos, mi amigo, y la de mi familia.
Se oían muchos llantos, pero lágrima ninguna, ni si
quiera vi un poco de respeto, que mereciera tan buena persona. Aquello más que
un funeral fue una reunión de mercado, donde se estaba más pendiente de los
comentarios entre los asistentes, que de la propia misa.
Tanto su otro hijo sus nietos y nueras, están más
pendientes de lo que habría en su testamento, y como lo habría dejado, la de
aún cuerpo presente.
No mereció esta mujer despedida tan indecente, pues
estando en vida se desvivo por esta “gente”, a la que ella creía, que todo lo
merecían.
Ya ves querida Carmen, si del cielo los miras, solo uno
de tus hijos merecía lo que diste a los otros, que ni te quisieron en vida, ni
te respetaron en tú despedida.
Pero que te voy a decir, que tú no me dijeras estando
llena de vida, en esas nuestras conversaciones cuando a mi casa venias. Te
sentías abandonada sola y perdida, solo querías partir y dejar tanta mentira,
creían que te engañaban, pero tú bien que lo sabias.
Pero te quedaste corta era mucho más de lo que tú decías,
pero vente tranquila que a cada uno le llega su hora, y cuando le llegue a esta
gentuza, su despedida será peor que la tuya.
Ayer asistí aún funeral de hipocresía, y sentí vergüenza
ajena………
Vruescas/ 12.02.2013.- ¡Dios te
bendiga!
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