El estado de enamoramiento es como estar embriagado, lo
malo es si cuándo pasa, que damos sorprendidos de la locura cometida.
De pronto nos damos cuenta de estar junto aún extraño, al
que le dimos lo mejor de la vida, lo mejor de nuestros años.
Se perdió la pasión y la fogosidad de anteaño, los
detalles de cada día, y afloran los defectos que ese estado de embriaguez, no
nos lo deja ver, pero por ambas parte había.
Te das cuenta de pronto que no es cosa de dos, si no de
los hijos habidos de la pasión desmedida, ellos, que no deben nada, serán las
verdaderas víctimas.
Te entran escalofríos cada vez que tú cuerpo roza, pero
no son de deseo como antes, más bien de rechazo hacia esa persona. No es culpa
de nadie, es que así funciona la vida, unos tienen la suerte que cuando termina
la embriaguez, les une un cariño puro, tal es así, que son parte impórtate de
su vida, y llegan a envejecer queriéndose como el primer día.
Si eres de los primeros, no cometas el error, de que los
hijos sean parte de tu guerra, ellos no deben nada, déjalos fuera de tú
contienda, nos le vayas a marcar por el resto de sus vidas.
Si eres de los segundos, disfruta junto a tú pareja, cada
minuto de la vida, de los hijos de tus hijos, que te devolverán, a tus veinte
primaveras.
Vruescas y Llorca /
24.04.2013.- “Se inteligente”
No hay comentarios:
Publicar un comentario