Llegada esta hora de la vida que miras atrás, viendo
pasados los años los que no volverán. Mis ojos se llenan de lágrimas, no, por
el pasado, si, por lo que queda aún por pasar.
Semilla sembrada y cultivada con mucho esmero y cariño,
en tierra de abundancia, pero sin provecho alguno.
La escasez fue mi niñez, la tuya la abundancia; el
trabajo fue mi escuela, la tuya la vagancia. Mi adolescencia robada por estado
e iglesia, la tuya con toda libertad, pero como humo desaprovechada.
Mi juventud esclava, sexo prohibido y servir a patria por
mil pesetas al mes. La tuya, entre mujeres y drogas, sin altares sin ataduras,
pasando por cien camas, la mayoría pagadas.
Llegada esta hora de hacer balance de tú vida y la mía,
uno piensa quizás la culpa de la siembra fallada, no fuese el grano al igual
plantado, si, de la abundancia en la que fue criada. XX
Vruescas/ 01.06.2008.- “A
Emilio”
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