Al nacer y fueron rechazados por los que les dieron vida.
Se conocieron en un colegio donde iban los raros, que la sociedad apartara como
si fueran animales, y no personas nacidos como todos, ni jamás comprendieron
porque sus padres y hermanos los tenía poco menos que escondidos cuando
llegaban visitas. Siempre que se sentaban a la mesa sus ojos de cruzaban y no
se veían como extraños, sino todo lo contrario se sentían atraídos. En el patio
de buscaban y con solo el roce de sus manos sus cuerpos se estremecían, sus
corazones latían más de prisa, ellos no comprendían lo que les pasaba, porque
nadie les explico lo que es estar enamorados. Ya con diez y ocho años ella le
entrego la flor lo más preciado en su vida, él la recibió como el regalo más
grande, los experimentaron los mejor que les día la vida en sus cortos años.
Sin saber porque un día ella despareció ya no estaba en la mesa donde se cruzan
sus miradas, por mucho que pregunto nadie le dijo nada. Nunca se vieron más los
habían separado, solo encontró como respuesta que habían hecho algo malo,
cuando lo único que hicieron fue amarse y entregarse como cualquier persona
normal, entonces a su manera comprendió que en verdad solo la gente llamada
normal no era como ellos. Pero algún día, cuando el mismo Dios que le dio la
vida, le llevaría juntos aún lugar donde nadie les rechazaría, porque en ese
lugar nadie le juzgaría, y lo que en esta vida le quitaron, allí tendrían toda
la eternidad para vivir ese amor, que no era ni malo ni pecado.
Vruescas 07.06.2015.-
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