Cuantas risas compartimos sin conocernos de nada, ni
siquiera un café sentados en una terraza, eran días felices que uno lo tiene
todo en que las penas son mínimas que uno quiere compartir con la gente que le
rodea, no piensa uno que la vida es como una fulana que te puede llevar a la
gloria y en un mismo instante la oscuridad más profunda. Cuando todos se alejan
como si la peste tuvieras, cuando tus risas se vuelven lágrimas y tu mente se
nubla.
Pero ella, esa desconocida, siguió ahí como la más fiel
amiga, no deje de recibir sus palabras ningún día e incluso cuando yo le
rechazaba, por no querer inculcarle con penas que no eran suyas. No vi jamás en
mi vida amistad verdadera e incluso desinteresada como la recibida de esa
persona. Ella me tendía su mano esa que nunca se había rozado, diciendo sin
palabras tus penas son las mías. Por años que me de la vida y por mucho que
esta cambie siempre diré con orgullo esa persona es amiga, sin conocernos de
nada ni siquiera un café en una simple terraza.
VRuescas
20.05.2015.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario