Trigo manchado de sangre de personas con ideales, no más
de diez y ocho años tenía la mayor de ellas, cuando dejaron su sangre en los
campos de trigales, solo por una idea, por solo un trozo de tela.
Los que se lo vendieron, ni mancharon el trigo, ni murieron
por bandera, ni derramaron su sangre por esos ideales.
Fueron muchos imberbes muertos por una mentira, dejando
padres y hermanos huérfanos de su persona, los que llevan en su memoria en el
paso de los años.
Quedaron en el olvido de sus instigadores, que bien gozan
de la vida sin ningún remordimiento Viviendo a la expensas de los que murieron,
por un ideal y un trozo de tela, quizás por una mentira.
Vruescas/ 10.02. 2009.- “A todos los caídos 36/39”
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