Algún día, cuando mis hijos sean suficientemente grandes
para entender la lógica que motiva a las buenas madres, le diré:
Te amé lo suficiente, como para preguntarte dónde ibas,
con quién, y a qué hora regresarías a casa. Te amé lo suficiente, como para
insistir en que ahorrases dinero para comprarte eso que tanto querías, aunque
nosotros tus padres pudiéramos habértelo comprado. Te amé lo suficiente, como
para callarme y dejaras de descubrir por ti solo que ese que era tú mejor amigo
te desfrutara, porque así te realizaras en la vida y aprendieras de tus
errores.
Te amé lo suficiente, como para fastidiarte y estar
encima de ti, durante dos horas, mientras arreglabas tú cuarto, algo que yo
hubiese hecho en sólo 15 minutos, para que luego fueras autosuficiente en la
vida. Te amé lo suficiente, como para
dejarte ver ira, desilusión y lágrimas en mis ojos, los hijos también deben
entender que no somos perfectas. Te amé
lo suficiente, como para dejar que asumieras la responsabilidad de tus
acciones, aunque los castigos eran tan duros que rompían mi corazón más que el
tuyo.
Pero sobre todo,
te amé lo suficiente, como para decirte que NO cuando sabía que me ibas odiar
por ello. Esas fueron las batallas más difíciles para mí. Pero estoy contenta
de haberlas ganado, porque al final también ganaste tú. Algún día cuando tus
hijos sean grandes como para entender la lógica que motiva a los padres, tú
también les dirás: “Te amé lo suficiente
para hacer todo lo que hice por ti, a sabiendas que en muchos momentos
sería odiada”. Pero yo tú madre que al igual que tú padre daríamos la vida por
ti, como tú por tus hijos, te amé lo suficiente, para no merecer la mala vida
que nos has dado y saber perdonarte.
Vruescas/06.05.2018