Todos los días mira por la ventana, como si esperase alguien.
Su mente se quedo en un sábado del pasado, donde puede ver aún, a su hijo llegando a casa, y pedirle dinero para el fin de semana. Donde la discusión era como un ritual, como un juego entre madre e hijo, donde uno pedía, y el otro, para hacerle rabiar le cortaba.
Al partir siempre las mismas palabras, ten cuidado con el coche, ve con cuidado, porque aunque tú no bebas, no bajes la guardia, porque otros si lo hacen, y por favor no dudes en llamar si pasa algo, que padre y yo, pasamos la noche en vela.
Como respuesta, casi un calco del sábado pasado, haber si no tendré derecho a disfrutar de mi juventud, como todos los demás.
Este sábado, si hubo llamada a las tres de la mañana, fue una voz fría y desconocida, que dijo el nombre de su hijo, no pasaba nada, que fuera al hospital sin prisa alguna, pues lo que se podía hacer, los médicos lo estaban haciendo.
El teléfono se quedo colgando y, los dos se quedaron quietos, como sin fuerzas en las piernas, como si de un sueño se tratara.
Cuando se dieron cuenta estaban en una sala blanca, el frío era muy fuerte, les recibió un señor, que hacia las cosas como pura rutina. Sobre una mesa de mármol, un bulto inerte bajo una sabana, quieren andar pero sus piernas no responden, el señor de blanco, como el que enseña la fruta a la clientela, le dice que solo uno puede acercarse, para reconocer el cuerpo. Es su marido, porqué aunque ella este allí, su mente lo rechaza, está viendo a su hijo, sábado por la mañana.
Todos los días mira por la ventana………….